Colleja
marina
Silene vulgaris
Reino: Plantae
Subreino: Tracheobionta
Clase: Magnoliopsida
Subclase: Caryophyllidae
Orden: Caryophyllales
Familia: Caryophyllaceae
Tribu: Sileneae
Género: Silene
Comestible o venenosa
Una medio
leyenda señala que, tras ser destruidos en 1685 por una plaga de langosta los
cultivos de la isla de Menorca, los isleños lograron sobrevivir gracias a las
plantas de S. vulgaris que crecían en la misma. Dice Cienfuegos de las mismas
plantas que: "la gente pobre, en tiempo de Cuaresma, hace unos guisadillos
aderezándolas como espinacas que saben harto bien". Algunos autores señalan
que la planta tiene sabor agrio pero esto puede deberse a haber cogido
mezcladas hojas de otras plantas, posiblemente alguna especie anual del género
Rumex. En los mercados de Albacete se encontraban, mediada la primavera,
vendedoras de esta planta que obtenían precios astronómicos por unos puñados de
ella, ya que allí es planta muy apreciada. A decir verdad la recogida de la
colleja es operación laboriosa, pero merece la pena; consiste en cortar con una
navaja, a ras de tierra, los brotes de hojas tiernos, antes de que aparezcan
los tallos floríferos o al menos cuando los mismos no se hayan desarrollado
mucho. Si se cortan los brotecitos con uno o dos milímetros de raíz la limpieza
se hace más fácil, ya que conviene evitar el cortar hojas sueltas que son mas
difíciles de limpiar. Conviene no usar zapapicos ni cortar mucha raíz porque
esto desgraciaría el césped haciéndonos perder las futuras cosechas. Cuando se
tiene localizado un buen césped puede cosecharse en años sucesivos, e incluso
un par de veces al año. Una vez que se dispone de una buena cantidad de brotes
se meten en un cacharro con agua y se van separando las porquerías que hubieran
podido mezclarse durante la recolección. Conviene hervir las collejas, pero no
más de dos o cuatro minutos, porque se consumen rápidamente y dejan todo su
sabor en el agua, luego se escurren y se saltean en una sartén con aceite de
oliva, pudiéndose añadir unos ajos partidos al gusto y algo de sal; revueltas
con huevo o en tortilla resultan exquisitas. Otros las preparan con cebollas
tiernas previamente picadas y rehogadas en aceite, pero esto desvirtúa el sabor
de las collejas, lo mismo que añadir ajo en exceso. No conviene cogerlas en
verano porque las hojas son ásperas y si se añaden los tallos parece que masca uno
paja. En Granada hacen un fritura de collejas y espinacas a partes iguales, que
consiste en un tortilla de las mismas, cortada en trozos, rebozada con huevo y
pan rallado y frita en aceite abundante, sirviéndolas calientes. Diversos
autores señalan la utilización en potajes de otras especies como la S. Itálica,
S. Acaulis y C. Baccifer, especialmente los brotes tiernos. (La guía de
INCAFO...)
Descripción y observaciones
Planta persistente, densa, algo
lignificada por la base, de unos 60 cm de altura, con raíz gruesa y carnosa.
Los tallos, generalmente erectos y ramificados, son glabros o pilosos en la
parte inferior, a menudo de color verde grisáceo o azulado; hojas alternas, de
color verde azulado, de hasta 12 cm de largo, ovadas o lanceoladas, glabras, de
bordes ciliados, las superiores mucho más pequeñas, a veces escamosas. Las
flores hermafroditas o unisexuales se disponen en una inflorescencias de
ramificación dicótoma. El cáliz ovado o globuloso, de color blanco verdoso
pálido, a veces con matices rojizos, tiene 20 nervios bien visibles formando
una red; el cáliz es perdurante y presenta cortos dientes triangulares. Los
pétalos son blanquecinos, a veces con matices rosados, pedunculados,
bilobulados, sin lígulas. Ovario súpero con 3 estilos. La cápsula pedunculada
tiene hasta 14 mm de largo, es casi esférica y don 6 dientes, y está rodeada
por el cáliz. Florece desde mediados de primavera hasta finales de verano.
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